¿Sientes una ansiedad desproporcionada en ciertas situaciones?

Si has llegado hasta aquí es porque sientes una ansiedad desproporcionada en ciertas situaciones. Crees que son niveles de ansiedad demasiado altos, excesivos para las situaciones que la provocan. Sin embargo, esto no impide que las percibas como amenazas y te sientas vulnerable ante ellas.

En este vídeo exploraré lo que puedes estar sintiendo. También te explicaré por qué te sientes tan indefenso cuando aparece la ansiedad y te daré las claves necesarias para superar estas dificultades.

Viviste una situación que te hizo sentir amenazado

Los problemas de ansiedad suelen empezar cuando la persona vive una situación en la que se siente amenazada.

A veces esta situación constituye un peligro para la salud o la vida, ya sea la tuya propia o la de tus seres queridos. Sin embargo, en muchos casos se trata de otro tipo de amenaza.

Algunos ejemplos son el peligro a perder tu libertad y autonomía, o las dificultades para alcanzar tus objetivos vitales. En otros casos lo que está en juego es la protección y amor de tus seres queridos. También son frecuentes el riesgo de desaprobación social o de pérdida de estatus.

Sea cual sea la amenaza, lo que está en riesgo es importante para ti. Si tienes un problema de ansiedad, es probable que este empezara con una situación de este tipo, en la que sentiste que peligraba algo que te importa.

No quieres que ocurra algo malo

Si viviste una situación así, habrás experimentado una fuerte sensación de peligro. Es probable que esta experiencia te haya marcado, tanto si lo que temías terminó ocurriendo como si no.

Seguramente, desde entonces tienes miedo de que la situación se repita, o que termine ocurriendo lo que temes. Sientes altos niveles de ansiedad en estas situaciones o simplemente ante la posibilidad de que ocurran. Es posible que te sientas ansioso incluso al pensar en ello, aunque sea poco probable que la situación tenga lugar.

En estas circunstancias, tal vez has empezado a evitar aquellas situaciones que consideras peligrosas. No te sientes capaz de afrontar la posible amenaza, así que prefieres eliminar esta posibilidad. Con estas evitaciones tu ansiedad se reduce y experimentas un gran alivio, pero también te sientes más vulnerable.

Además, la ansiedad siempre vuelve a aparecer. Aunque ya no te expongas a determinadas contextos, seguramente empiezas a encontrar peligrosas otras situaciones. Evitando estas nuevas situaciones obtienes un alivio temporal, pero la ansiedad siempre termina volviendo.

Si te encuentras en una dinámica de este tipo, te habrás dado cuenta de que cada vez haces menos cosas por miedo. Además, esto no te hace sentir más seguridad, sino justo lo contrario. Acabas viviendo la vida con pesimismo, viendo amenazas por todos lados.

Ves tu día a día repleto de obstáculos que debes superar. Sientes que nunca puedes bajar la guardia, porque siempre hay una nueva amenaza esperando. La sensación de estar siempre batallando te agota.

Te sientes vulnerable

La ansiedad ha cambiado mucho tu vida, así que quizás te cuesta reconocerte. Seguramente, antes de la llegada de la ansiedad hacías una vida normal, pero su aparición lo ha cambiado todo.

Es posible que ahora te sientas débil e incapaz. La ansiedad te paraliza y te impide afrontar tus problemas. Sientes un gran bloqueo, como si no tuvieras recursos para cambiar tu situación.

En estas circunstancias, es probable que tengas problemas de autoestima. Ves que la ansiedad te impide hacer cosas que los demás hacen sin dificultad, y esto te avergüenza. Seguramente te haces muchas preguntas:

¿Por qué tengo tanto miedo en estas situaciones? ¿Por qué siento una ansiedad tan desproporcionada? ¿Por qué la ansiedad me paraliza y me deja sin recursos? ¿Por qué esto solo me pasa a mí? ¿Acaso soy diferente de los demás?

A continuación, te daré las herramientas necesarias para responder estas preguntas, y te explicaré las estrategias más efectivas para superar tus dificultades.

La respuesta de ansiedad es intensa

En primer lugar, conviene recordar lo que son el miedo y la ansiedad. Ambas son reacciones que favorecen tu supervivencia: el miedo es una emoción automática, de corta duración, que aparece cuando percibimos un peligro inminente, mientras que la ansiedad es una respuesta emocional más duradera que anticipa posibles amenazas futuras.

Sin embargo, estas respuestas pueden llegar a ser muy intensas. La percepción de peligro puede aparecer junto con síntomas físicos, como por ejemplo aceleración cardíaca, aumento del ritmo respiratorio, etc. Estos síntomas preparan al organismo para enfrentar una amenaza.

Considera que, hasta hace relativamente poco, los humanos vivíamos en un entorno salvaje y peligroso. En este contexto prehistórico lleno de depredadores y otras amenazas, una respuesta intensa de ansiedad era muy útil para proteger la vida.

La respuesta de ansiedad es primitiva

Afortunadamente, los avances tecnológicos y sociales de la vida moderna lo han cambiado todo. Actualmente vivimos en un mundo muy seguro, en comparación con el de nuestros ancestros. Nos seguimos enfrentando a amenazas, pero estas no suelen ser tan graves ni tan frecuentes.

En la época actual, nuestras preocupaciones vitales se basan en otros aspectos. Como he dicho antes, algunos de nuestros miedos están relacionados con la salud, la libertad, la autonomía, las relaciones afectivas, la vida social, el trabajo o la economía doméstica.

Sin embargo, la respuesta de ansiedad sigue siendo igual de primitiva e intensa que durante la prehistoria. Tu organismo reacciona como si la supervivencia estuviera en juego, aunque el problema al que te enfrentas no sea tan grave ni suponga un riesgo para tu vida.

Este es uno de los motivos por los que tu ansiedad es tan extrema ante algunas preocupaciones, aunque no traten de un asunto de vida o muerte.

Temes que una experiencia del pasado se repita

Otro aspecto fundamental para comprender esta ansiedad desproporcionada son tus experiencias pasadas.

Si en el pasado viviste situaciones en las que peligró algo importante para ti, es posible que tu ansiedad se active ante la posibilidad de que estas situaciones se repitan. En este caso puedes sentir la misma indefensión que en el pasado, aunque las circunstancias sean otras y tú tengas muchos más recursos para afrontar el problema.

Las experiencias pasadas que te inducen a la ansiedad pueden pertenecer a cualquier etapa de tu vida. Sin embargo, son especialmente influyentes aquellas experiencias vividas durante tus etapas infantil y adolescente, cuando disponías de menos recursos para afrontar situaciones complicadas.

Cuanta menos edad tiene la persona, más complejo le resulta asimilar una situación difícil y actuar para resolver el problema. Los niños no disponen de la capacidad cognitiva suficiente para comprender ciertas situaciones ni para reaccionar correctamente a ellas.

Por tanto, si un niño se expone a experiencias que superan su capacidad de asimilación o reacción, puede verse abrumado por las circunstancias y sentirse amenazado e indefenso.

Existen muchas experiencias que podrían abrumar a un niño. Lo podría provocar toda situación en la que peligrara alguna de sus necesidades básicas, como por ejemplo la necesidad de afecto, vínculos, cuidado, protección o espontaneidad.

Esto puede ocurrir tanto si se encuentra ante un peligro real como si se trata de una percepción errónea, en la que la amenaza es imaginada.

La ansiedad te hace sentir vulnerable

En ocasiones, estas experiencias previas predisponen a sufrir problemas de ansiedad en el presente. Si la persona experimenta una situación que le recuerda sus vivencias pasadas, puede interpretarla como una amenaza, activar su ansiedad e iniciar una dinámica ansiosa.

Esto puede ocurrir si la situación constituye una amenaza para la persona, pero también puede suceder sin que exista un peligro real. La persona se siente indefensa ante esta situación porque le recuerda ciertas experiencias en las que se sintió desprotegida.

Aunque ahora quizá dispone de muchos recursos para afrontar la situación, la persona se siente como si no tuviera margen de maniobra. Su ansiedad se activa con intensidad y la hace sentir atrapada, sin salida.

Por otro lado, a veces la ansiedad surge en situaciones que no guardan relación con experiencias previas. Esto ocurre cuando la persona, de manera consciente o inconsciente, atribuye a la situación actual alguna similitud con esta experiencia pasada, aunque tal similitud no exista en realidad.

En estos casos, la persona establece un paralelismo entre las dos situaciones, a pesar de ser totalmente distintas. Esta asociación puede provocar la activación de la ansiedad en la situación actual, aun siendo esta inofensiva.

Realiza un ejercicio práctico

Como puedes ver, los altos niveles de ansiedad pueden hacerte sentir en peligro, aunque la situación no constituya realmente una amenaza.

Ahora te voy a proponer un ejercicio práctico, para que valores si esto te está pasando. El objetivo de este ejercicio es que analices la situación temida del modo más objetivo y racional posible, para determinar si es realmente peligrosa.

Para conseguirlo, intenta realizar el ejercicio en un momento de tranquilidad. No podrás hacer un análisis objetivo si sientes tensión o angustia. Una vez te encuentres en este momento de calma, coge papel y lápiz, e intenta responder fríamente las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué probabilidad real hay de que ocurra lo que temes? No pienses en la frecuencia con la que esto ocurrió en el pasado, sino en la frecuencia con la que podría suceder en el presente.

  1. Si ocurriera lo que temes, ¿de verdad serían tan graves las consecuencias? No te centres en las consecuencias que han tenido situaciones pasadas, sino en qué impacto tendría esta situación en la actualidad.

  1. Si ocurriera lo que temes, ¿de verdad no podrías afrontarlo? No pienses en cómo afrontaste situaciones similares en el pasado. Lo importante es que analices con objetividad tus habilidades y recursos actuales, y especialmente los que tenías antes de que empezaran tus problemas de ansiedad.

Analiza tus respuestas

Reflexiona sobre las respuestas que has apuntado. En muchas ocasiones, al responder estas preguntas uno se da cuenta de que los sucesos que se temen no son tan probables, o de que si ocurrieran no serían tan graves ni tan difíciles de manejar. No siempre es así, pero sucede con frecuencia.

En los momentos de agitación ansiosa es complicado darse cuenta de esto. En este estado emocional, te imaginas aquello que temes como algo catastrófico e imposible de superar, aunque realmente no sea así. Por este motivo, es importante que lo analices cuando estés en calma y puedas pensar con claridad.

Si después de hacer un análisis racional concluyes que la situación constituye un peligro real, actúa en consecuencia. Pide ayuda a personas de confianza, piensa en posibles soluciones, medita bien qué decisiones debes tomar y procede siempre con cautela.

Ahora bien, si has sobredimensionado la amenaza o si la situación no es realmente peligrosa, es importante que tomes plena consciencia de ello. Pon en valor tus recursos personales para resolver el problema y reflexiona sobre les implicaciones que tiene esto en tu vida.

No debes avergonzarte de nada

También debes ser consciente de que no hay motivos para sentir vergüenza. Los problemas de ansiedad son frecuentes entre la población, mucho más de lo que crees.

Por otro lado, es verdad que otras personas pueden afrontar estas situaciones sin tantas dificultades. Pero ellos no sufren un problema de ansiedad. No es justo para ti que te compares con personas que no tienen este problema, porque su contexto y sus circunstancias son otros.

Los problemas de ansiedad son un gran obstáculo para todas las personas que los sufren. Pero puedes entenderlos como un desafío que puede superarse con implicación y el uso de estrategias adecuadas.

Si las situaciones temidas no son peligrosas, intenta afrontarlas

Como ya has visto, la ansiedad puede aumentar tu percepción de peligro, más allá de los riesgos reales. Si la situación que temes no es realmente peligrosa, tu objetivo debería ser dejar de evitarla y empezar a exponerte a ella.

Debes tener en cuenta que, cuando evitas una situación, refuerzas la idea de que no serás capaz de afrontarla. Esta idea es muy perjudicial, porque alimenta tu sensación de peligro y mantiene y aumenta tu ansiedad.

En realidad, tus evitaciones mantienen un círculo vicioso: cuantas más situaciones evitas, más vulnerable te sientes y más ansiedad sufres. Para superar tus dificultades, debes terminar con esta dinámica y exponerte a la situación temida.

Naturalmente, no debes exponerte a situaciones que son objetivamente peligrosas, ni realizar actividades que el médico te haya prohibido. Únicamente debes exponerte a una situación temida si antes la has analizado objetivamente y has concluido que no constituye un peligro.

El estado de ansiedad es transitorio

Sé que lo que te propongo no es fácil para ti. Aunque ahora sabes que no existe un peligro real, es posible que al exponerte a esta situación sigas experimentando una respuesta ansiosa.

Esto ocurre porque la ansiedad es una reacción emocional. El temor que sientes en ciertas situaciones tiene su origen en experiencias y aprendizajes emocionales, en vivencias. Independientemente de la valoración racional que hagas, sentirte vulnerable es una vivencia.

Por este motivo, al vivir esta situación puedes experimentar síntomas. Sin embargo, debes saber que la ansiedad, como todas las reacciones emocionales, es un estado transitorio y siempre termina agotándose.

Por tanto, aunque al principio sientas síntomas, estos se reducirán o desaparecerán si permaneces en la situación el tiempo suficiente.

Es muy importante que vivas esta experiencia. Así comprobarás por ti mismo que las consecuencias temidas no ocurren. A través de la vivencia, de la experiencia directa, verás que tu análisis racional es correcto y que no hay nada que temer.

Progresa poco a poco

Este procedimiento puede ser difícil, así que te recomiendo llevarlo a cabo de un modo muy gradual.

Puedes empezar exponiéndote a una situación que te genere ansiedad a un nivel bajo, de modo que te incomode pero que a la vez puedas tolerar.

Una vez te acostumbres a esta situación, puedes exponerte a otra más difícil, y así sucesivamente. De un modo gradual, experimenta situaciones cada vez más difíciles.

Si te expones a las situaciones temidas con regularidad, las reacciones ansiosas irán disminuyendo. Poco a poco irás recobrando la sensación de control y recuperando la confianza que habías perdido.

Finalmente, volverás a sentir seguridad en tu interior. Te verás capaz de afrontar estas situaciones y de resolver las dificultades que puedan surgir.

Sin embargo, este proceso puede ser complicado. Sentir peligro y ansiedad no es nada agradable. Para superar esta dificultad, recuerda el análisis racional que has realizado sobre las situaciones temidas.

Si no hay un peligro real, esta convicción te dará la fuerza necesaria para atreverte y enfrentarte a la ansiedad. También te será de ayuda recordar que la reacción ansiosa es transitoria y siempre se acaba.

La psicoterapia puede ayudarte

Espero que estas orientaciones te sean de utilidad. Si quieres avanzar en esta dirección, pero tienes dificultades para lograrlo, te animo a que inicies un proceso de psicoterapia.

Si quieres que te acompañe en este proceso, puedes contactar conmigo. Puedo ayudarte a comprender mejor tus miedos, así como las creencias y conductas que los refuerzan. También descubriremos cuáles son tus fortalezas y cómo las puedes usar para superar tu bloqueo.

Mientras recorremos este camino, también abordaremos los síntomas de ansiedad. Aprenderás estrategias que te permitirán romper la dinámica ansiosa y recuperar el control de la situación. Para lograr este objetivo, trabajaremos con las herramientas que han demostrado mayor efectividad y evidencia científica.

Cada persona es diferente, así que la intervención terapéutica será individualizada. Analizaremos las particularidades de tu situación y diseñaremos un plan adaptado a tus necesidades concretas.

Los objetivos de nuestro trabajo terapéutico serán lograr una mayor comprensión de ti mismo, aprender estrategias para resolver tu situación y conseguir una mayor autonomía y bienestar en tu vida.

Bien, esto es todo por hoy. Espero que este vídeo te haya sido de ayuda.

Si crees que le puede ser útil a otras personas, puedes compartirlo.

Me despido por ahora. Cuídate mucho y hasta pronto.

Albert Cos. Psicólogo colegiado 21.303

Psicoterapia Presencial y Online