¿Sientes mucha ansiedad y no sabes si estos síntomas son graves?

Si has llegado hasta aquí es porque sientes altos niveles de ansiedad y no sabes si esto puede ser un problema grave. En este vídeo exploraré lo que puedes estar sintiendo y te daré las claves necesarias para valorar tu situación.

Experimentas síntomas desagradables

Cuando experimentas altos niveles de ansiedad, te sientes amenazado. Sientes que está en peligro algo que es importante para ti.

La naturaleza de esta amenaza puede ser muy variada. Puede estar relacionada, por ejemplo, con el riesgo de perder salud, libertad, autonomía, amor, aprobación social o estatus. También puede tratarse de un obstáculo para alcanzar un objetivo vital.

Junto a este sentimiento aparecen síntomas físicos muy desagradables, siendo los más frecuentes las palpitaciones, la aceleración cardíaca, las dificultades para respirar y las sensaciones de mareo e inestabilidad.

Otros síntomas frecuentes son las sensaciones de extrañeza e irrealidad, dolor o molestias en el tórax, temblor, escalofríos, sudoración y sensación de calor, hormigueo o entumecimiento.

Tienes dudas sobre tus síntomas

Quizás has dudado si estas sensaciones son realmente síntomas de ansiedad. Al tratarse de manifestaciones físicas, algunas personas se preguntan si en, realidad, están sufriendo un problema orgánico.

Si te has encontrado en esta situación, seguramente lo has vivido con temor. Experimentar estas sensaciones sin saber cuál es su causa es muy desconcertante. En algunos casos, esto genera mucha preocupación, incertidumbre y angustia.

Tal vez ya lo has consultado con un médico y este te ha confirmado que no tienes ningún problema orgánico, sino síntomas de ansiedad. Sin embargo, en ocasiones este diagnóstico puede resultar sorprendente, dado que, a veces, los episodios ansiosos aparecen sin una causa clara.

Si este es tu caso, estarás desorientado y confundido. Sabes que la ansiedad surge cuando piensas en un problema o peligro, pero ahora mismo no crees que haya ninguno. La situación te parece irracional, así que tampoco puedes usar la lógica para encontrar una solución.

Temes que la ansiedad te ponga en peligro

En otros casos, la causa de los episodios ansiosos está más clara. Sin embargo, puede que tengas otras preocupaciones sobre los episodios.

Es frecuente pensar que la ansiedad terminará perjudicando tu salud. Por ejemplo, un miedo común es que las palpitaciones o la aceleración cardíaca terminen causando un infarto.

Otros temores frecuentes son que las dificultades para respirar provoquen asfixia o que el episodio de ansiedad te lleve a perder el control de tu mente.

Tal vez un médico ya te ha garantizado que estas preocupaciones no se harán realidad. A pesar de ello, algunas personas continúan sintiendo inseguridad. Al experimentar síntomas tan extremos se sienten muy vulnerables, así que quieren tener una certeza absoluta de que no ocurrirá nada malo.

Tus intentos de controlar la ansiedad no funcionan

Otro problema frecuente es la dificultad para gestionar los episodios ansiosos. Si este es tu caso, seguramente has intentado reducir la ansiedad, pero no lo has conseguido del todo.

Quizás has empezado a evitar situaciones que te provocan ansiedad. O tal vez estás tomando medidas continuamente para prevenir un suceso temido.

También es posible que estés siempre alerta, pendiente de cualquier posible amenaza. O quizás intentas suprimir los síntomas de ansiedad cuando empiezan a manifestarse.

Es probable que con estos intentos alivies la ansiedad durante algún tiempo, pero seguramente vuelve a aparecer a largo plazo. Si este es tu caso, debes sentir mucha frustración, porque nada de lo que intentas te está dando resultados.

En ocasiones, la ansiedad parece mantenerse por sí misma. En algunos casos, la ansiedad sigue apareciendo, aunque ya no te encuentras en las circunstancias que la provocaron inicialmente. Si esto te está pasando, seguramente lo encuentras absurdo y te genera perplejidad.

Te preguntas si tu ansiedad es un problema grave

Si sientes altos niveles de ansiedad, seguramente te identificarás con algunas de las situaciones que he expuesto. En estas circunstancias, es normal que te preguntes si tu ansiedad puede convertirse en un problema grave y si sería conveniente empezar un tratamiento psicológico.

Probablemente has buscado información en internet, con el objetivo de comprender mejor tu situación. En tu búsqueda te habrás dado cuenta de que, cuando se presentan niveles muy altos de ansiedad, estos pueden manifestarse de muchas maneras distintas. Estas alteraciones reciben el nombre de trastornos de ansiedad.

Si has leído sobre este tipo de trastornos, puede que te haya abrumado toda la información que debe tenerse en cuenta. Existen muchos trastornos distintos, y para cada uno de ellos debe cumplirse una larga lista de criterios diagnósticos.

En este contexto, puede resultarte complicado saber exactamente qué te ocurre. Seguramente te haces muchas preguntas:

¿Cumplo los criterios de algún trastorno de ansiedad? ¿Si no los cumplo, entonces tengo un problema o no? ¿En qué casos es necesario empezar un tratamiento psicológico?

A continuación, te daré las claves necesarias para responder estas preguntas y valorar tu situación.

La ansiedad es una respuesta adaptativa

En primer lugar, debemos entender bien el concepto de ansiedad. La podemos definir como una respuesta emocional que favorece tu supervivencia. Así como el miedo te permite reaccionar con rapidez ante peligros inmediatos, la ansiedad te incita a imaginar futuras situaciones que podrían ser peligrosas y te impulsa a prepararte por si terminan ocurriendo.

Sentir miedo o ansiedad de manera puntual es normal y necesario. No obstante, si tus reacciones son desproporcionadas, ya sea porque son demasiado frecuentes, intensas o persistentes, entonces dejan de serte útiles.

Confía en el diagnóstico de tu médico

Ante las manifestaciones físicas que estás experimentando, lo primero que hay que determinar es si estas sensaciones son síntomas de ansiedad.

Es verdad que los síntomas de ciertas enfermedades orgánicas y los síntomas de ansiedad pueden confundirse en ocasiones, ya que algunas sensaciones físicas son parecidas. Las palpitaciones, las dificultades para respirar o los mareos, por ejemplo, son sensaciones que pueden experimentarse en varias enfermedades.

Los síntomas de ansiedad también pueden confundirse con otros estados del organismo, como cuando tomas una sustancia estimulante y esta te provoca reacciones físicas. Un claro ejemplo es cuando tomas café y notas un aumento de tu frecuencia cardíaca.

Para salir de dudas, es importante descartar la presencia de una enfermedad orgánica. Puedes consultar a tu médico para que realice las valoraciones pertinentes.

El médico debe descartar los problemas orgánicos, y confirmarte que los síntomas se deben únicamente a la ansiedad.

Si te lo confirma, es importante que confíes en su diagnóstico. Cuando un médico descarta la presencia de enfermedades orgánicas es porque no existe ninguna evidencia que indique lo contrario.

Las valoraciones subjetivas influyen en la ansiedad

Por otro lado, la ansiedad tiene una característica que la distingue de las enfermedades orgánicas y de otros estados del organismo. Esta característica es que los síntomas pueden reducirse de forma drástica en determinadas circunstancias.

Por ejemplo, la ansiedad puede reducirse al evitar una situación temida, o al huir de ella. También puede disminuir con la compañía de una persona de confianza, o al desplazarte a un lugar donde te sientes seguro. Esta reducción de la ansiedad no ocurre en todos los casos, aunque sí se trata de algo frecuente.

Como puedes ver, en ocasiones la ansiedad puede disminuir según la valoración subjetiva de la propia persona, concretamente si se siente a salvo de determinadas amenazas. Esto no podría ocurrir en el caso de una enfermedad orgánica.

La ansiedad siempre tiene una razón de ser

En todo caso, es verdad que el diagnóstico de ansiedad puede ser sorprendente a veces. Como he dicho antes, en algunas ocasiones los episodios ansiosos surgen sin una causa clara. En estos casos, no se observa una dificultad o amenaza en la vida de la persona que justifique la aparición de la ansiedad.

Si te encuentras en esta situación, intenta mantener la calma. Que no encuentres el origen de tu ansiedad no significa que no exista una causa, sino simplemente que aún no la has identificado. Es normal que te sientas desconcertado y alarmado, pero piensa que este desconocimiento es frecuente entre las personas que sufren ansiedad.

No siempre es así, naturalmente. En algunos casos, determinar la causa de la ansiedad es sencillo, porque las dificultades o amenazas presentes en la vida de la persona son muy evidentes. Sin embargo, en otros casos no se encuentra un motivo claro.

Si no has encontrado la causa de los episodios ansiosos, probablemente se deba a que, aunque intuyes una amenaza, no eres del todo consciente de ella o tienes dificultades para definirla con precisión.

También es posible que seas consciente del problema, pero estés infravalorando su importancia, y no veas la relación que tiene con la aparición de la ansiedad.

En estos casos, reconocer el origen de los episodios ansiosos puede ser difícil. Las personas podemos sentirnos amenazadas por situaciones muy diversas, muchas más de las que seguramente imaginas.

Sin embargo, los procedimientos y las técnicas de la psicoterapia actual permiten identificar las causas de esta ansiedad. Empezar un tratamiento puede ayudarte a tomar consciencia de estas dificultades y a ejecutar las acciones necesarias para resolver la situación.

La ansiedad no es peligrosa

Otra preocupación habitual es que la ansiedad termine perjudicando la salud. Estos miedos son infundados, ya que la ansiedad es inofensiva por sí misma.

Es verdad que los episodios ansiosos pueden ser muy desagradables y angustiantes, pero no actúan en contra del organismo. Recuerda que la función de la ansiedad es favorecer tu adaptación y supervivencia.

La ansiedad, por sí sola, no puede provocar infartos, ni asfixia, ni ocasionar la pérdida de control mental.

Realiza un ejercicio práctico

Sin embargo, aunque la ansiedad no sea peligrosa, si se presenta de forma desproporcionada puede provocar mucho malestar. Cuando los síntomas son demasiado frecuentes, intensos o duraderos, dejan de ser útiles y únicamente generan sufrimiento.

En estos casos, las reacciones ansiosas pueden interferir en el día a día de la persona, afectando negativamente en la esfera social, laboral u otras áreas importantes de su vida.

Si quieres valorar el impacto que tiene la ansiedad en tu vida, te sugiero un ejercicio. Se trata de una actividad que te ayudará a precisar cuándo aparece tu ansiedad, de qué modo se presenta y qué reacciones provoca en ti.

Te propongo que, durante algunos días, registres todos los episodios ansiosos que se presenten. Debes registrar el episodio cuando este ya haya finalizado y te encuentres en un estado de cierta calma. Sin embargo, también es importante que lo registres poco después de su ocurrencia, cuando aún recuerdas los detalles.

Para registrar un episodio ansioso, coge una libreta y apunta los siguientes datos:

  1. Fecha y hora en que ha ocurrido el episodio.

  1. Situación en la que estabas cuando la ansiedad ha empezado.

  1. Intensidad de la ansiedad, con una puntuación del 0 al 100.

  1. Duración del episodio ansioso.

  1. Síntomas presentes en el episodio (por ejemplo, palpitaciones, dificultades para respirar, etc.)

  1. Pensamientos desencadenados por la ansiedad.

  1. Reacciones y comportamientos provocados por la ansiedad.

Puedes registrar cada episodio ansioso en una página distinta de la libreta. Realiza este ejercicio durante varios días, haciendo de tu libreta una especie de "Diario de la Ansiedad". Este diario te ayudará a identificar las características, la frecuencia y las consecuencias de tu ansiedad.

Analiza tus respuestas

En los registros realizados en el Diario de la Ansiedad puedes observar en qué situaciones aparecen los episodios ansiosos. Pregúntate: ¿Estas situaciones siguen el mismo patrón? Si es así, dicho patrón puede ayudarte a identificar las circunstancias concretas que te hacen sentir en peligro.

Fíjate también en la intensidad, la duración y los síntomas de los diferentes episodios ansiosos, así como su frecuencia. Esto puede indicarte hasta qué punto la ansiedad está presente en tu vida.

También puedes analizar los pensamientos desencadenados por la ansiedad. Estos pensamientos pueden indicar qué amenaza percibes en una situación. Un ejemplo sería el pensamiento "voy a hacer el ridículo" en una situación social.

Los pensamientos también pueden indicar los miedos que tienes sobre la propia ansiedad. Por ejemplo, cuando empiezan a sentir ansiedad, algunas personas piensan "me voy a marear; si esto ocurre será muy vergonzoso".

También puedes reflexionar sobre las reacciones y comportamientos provocados por la ansiedad. Observa cómo ha cambiado tu comportamiento:

¿Evitas o huyes de las situaciones que te generan ansiedad? ¿Tomas medidas continuamente para prevenir un suceso temido? ¿Te mantienes en alerta constante para detectar nuevas amenazas? ¿Intentas suprimir los síntomas cuando aparecen?

En este último apartado, también es importante que valores si estos cambios de comportamiento reducen o aumentan tu ansiedad. Ten en cuenta que algunas estrategias solo reducen la ansiedad temporalmente. En estos casos, la ansiedad reaparece cuando te enfrentas a situaciones similares, normalmente con más fuerza.

Finalmente, puedes valorar todas las respuestas del ejercicio en conjunto. Con toda la información obtenida, seguramente podrás definir con bastante precisión tus dinámicas ansiosas. También podrás valorar hasta qué punto estas dinámicas te generan malestar y alteran las diferentes áreas de tu vida.

Valora el impacto de la ansiedad en tu vida

Después de realizar este análisis, seguramente te estarás preguntando si cumples los criterios de algún trastorno de ansiedad.

Sin embargo, esta no es la pregunta correcta. Lo importante aquí es si la ansiedad que experimentas te parece excesiva, irracional, te genera malestar y sufrimiento, o altera significativamente tu día a día.

También hay que considerar si has podido identificar el motivo de la ansiedad. Si no le encuentras una causa clara, gestionar tu ansiedad puede ser difícil.

Por otro lado, es importante valorar si tus intentos para reducir la ansiedad te han funcionado, o por el contrario los episodios ansiosos persisten.

Si estás pasando por alguna de estas dificultades, hacer terapia es una buena opción. Lo importante no es si cumples unos criterios diagnósticos, sino si la ansiedad te genera problemas y sientes que no puedes manejarlos solo.

La psicoterapia puede ayudarte

Espero que estas orientaciones te sean de utilidad. Si crees que necesitas ayuda, te animo a que inicies un proceso de psicoterapia.

Si quieres que te acompañe en este proceso, puedes contactar conmigo. Puedo ayudarte a identificar las circunstancias vitales que provocaron tu ansiedad, de modo que puedas comprender el origen del problema.

También es importante entender por qué estas circunstancias te han afectado de este modo. En este proceso de autoconocimiento exploraremos tus miedos, así como las creencias y conductas que los refuerzan. También descubriremos tus fortalezas y cómo las puedes usar para superar tu bloqueo.

Mientras recorremos este camino, también abordaremos los síntomas de ansiedad. Aprenderás estrategias que te permitirán romper la dinámica ansiosa y recuperar el control de la situación. Para lograr este objetivo, trabajaremos con las herramientas que han demostrado mayor efectividad y evidencia científica.

Cada persona es diferente, así que la intervención terapéutica será individualizada. Analizaremos las particularidades de tu situación y diseñaremos un plan adaptado a tus necesidades concretas.

Los objetivos de nuestro trabajo terapéutico serán lograr una mayor comprensión de ti mismo, aprender estrategias para superar tus dificultades y conseguir una mayor autonomía y bienestar en tu vida.

Bien, esto es todo por hoy. Espero que este vídeo te haya sido de ayuda.

Si crees que le puede ser útil a otras personas, puedes compartirlo.

Me despido por ahora. Cuídate mucho y hasta pronto.

Albert Cos. Psicólogo colegiado 21.303

Psicoterapia Presencial y Online